Sinopsis

Kat tiene una vida normal. Solo una cosa no cuadra en ella: su nuevo vecino, Ethan Mckenzie.
Luego del accidente con su hermana Liz, todo apunta hacia Ethan. Él guarda un enorme secreto y ella esta dispuesta a descubrirlo.
Aunque eso implique un gran riesgo...
Las playas de Australia, con su interminable sol y sus codiciadas olas, serán testigos de la mayor aventura que pueden vivir dos jovenes con un romance peligroso.

jueves, 24 de enero de 2013

Capitulo tres: Tercera Parte


Pasé el resto de la tarde entre clase y clase. En el entrenamiento de hockey, casi me matan de un golpe, por suerte logré esquivarlo, una de mis mejores virtudes eran los reflejos.
Me dirigí directamente a las duchas luego de jugar un partido, la mayoría de las chicas ya habían ocupado las duchas, por eso tuve que esperar para ocupar una.
Cuando terminé, el baño estaba casi vacío, Joanne Cork, la arquera del equipo, se quedó para hacerme compañía. Todos los miércoles la acompañaba hasta su casa que quedaba rumbo a la parada del autobús.
Me puse el uniforme del equipo nuevamente (una remera blanca con los bordes verde loro y un pantalón pollera negro), dejé mi pelo húmedo y suelto, cargué mi bolso en un hombro y guardé el resto en el casillero del gimnasio.
Desde el instituto hasta la parada no había muchas cuadras, Joanne vivía a tres cuadras. La dejé en la puerta de su casa en un pequeño edificio y ella me invitó a pasar para comer algo, pero no accedí para no llegar demasiado tarde a casa.
El sol estaba en la mitad, ni muy arriba, ni en el horizonte, aún tenía tiempo para llegar. Desde la casa de Joanne, tenía un recorrido de cinco cuadras. Me encaminé a llegar antes de perder el autobús, en un paso firme.
No sé si habrá sido mi paranoia pero creí haber reconocido el Jeep CHEROKEE rojo en una esquina a unos cuantos metros de mí. Tal vez, me comenzaba a fallar la vista. Pestañeé unas cuantas veces hasta que, al final, desapareció. Continué caminando con normalidad.
Pero, de pronto, un Chevy SS negro muy bien cuidado, apareció detrás de mí y tres hombres con pasamontañas salieron corriendo hacia mí. Con toda velocidad, aceleré el paso hasta estar trotando y cuando me quise dar cuenta, estaba moviendo mis piernas con una rapidez que jamás pensé que tendría.
Como pude, doblé en una esquina rumbo a la parada del autobús. El corazón estaba en mi garganta, el bolso a punto de caerse y mi respiración casi acabada. Era mucha adrenalina de golpe. Por detrás, me seguían dos tipos, el tercero iba conduciendo el coche en el medio de la calle.
Apenas me quedaban unas cuadras hasta mi destino. Levanté la vista y vi el autobús rumbo a Airlie Beach justo frente a mis ojos. No podía creerlo, siempre se atrasaba. “¡Mierda!”.
No podía quedarme parada esperando. Quien saber que es lo que ellos querían hacerme.
Doblé en una esquina sin saber a dónde me dirigía, apenas sabía donde quedaba el instituto, la casa de la familia Parks, algunos locales de comida y ropa y la casa de Joanne. Maldije a mis padres por su estúpida obsesión con mi colegio ¿Porqué no podían enviarme a uno más cercano a casa, donde pudiera escapar fácilmente de los malos?
Corrí y corrí con todas mis fuerzas, pero el cansancio comenzaba a notarse, cada vez estaba con menos energía. Todo jugaba en mi contra.
Encontré una casa con algunos árboles en el jardín y, como última opción, me escondí esperanzada de perderlos.
No pasó mucho tiempo hasta que escuché sus voces desde el Chevy negro. Ahora sí que estaba en problemas.
  -Hola preciosa- levanté la vista y encontré a uno de los hombres con pasamontañas mirándome desde las alturas.
“No, no, no, ¡NO!”.
Me levantó de un tirón haciendo que me ardiera el brazo en la parte que él me agarraba. Tenía mucho miedo. Muchísimo.
  -¡Por favor, llévense todo lo que tengo!- chillé con un hilo de voz.
Intenté gritar, pero nadie pasaba por los alrededores. Aquello no podía estar pasando. Volví a gritar pidiendo ayuda, pero uno de ellos me sacudió fuerte y me pegó una cachetada. Volví a chillar de dolor.
Intentaron meterme en el coche, pero me resistí, tenía que hacer algo para escapar.
Como pude, me zafé y mordí la mano del hombre que me sujetaba la cabeza. Le pegué una patada al que intentó agarrarme aprovechando mis reflejos y escapé con todas mis fuerzas. No podía detenerme por nada del mundo.
Llegué a la esquina y escuché mi nombre.
  -¡Kat!- giré y encontré a Ethan señalándome el Jeep CHEROKEE rojo estacionado no muy lejos- ¡sube al coche!

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